¿Que Significa Estar Limpios?

1- Perdon vs. Expiacion

En nuestra discusión de la victoria sobre el pecado, nos hemos encontrado con este poderoso versículo : "Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1 Juan 1:9) Para preguntar lo que, al principio, parece ser una pregunta obvia: "¿Qué significa que Cristo "nos limpiara de toda maldad? "Esto sólo es evidente "al principio", ya que diferentes tradiciones religiosas tienden a dar respuestas diferentes, y ninguna de ellas, excepto la verdadera, le dará la respuesta adecuada.

Para las muchas variedades y tipos de cristianismo, el perdón es el poder vivificante del Evangelio. Puede ser algo como esto: "Nosotros cometemos pecados, aceptamos el sacrificio de Jesús, y nuestros pecados nos son personados. Debido a que nuestros pecados, los cuales resultan para muerte, nos son perdonados, es que recibimos la vida eterna."

Sin embargo, existe un gran problema con ese mensaje incompleto del Evangelio. ¿Por qué se cometieron para empezar los pecados iniciales? Leemos: "Y yo sé que en mí ( esto es en mi carne ) no mora el bien; pues el querer está en mí, pero el hacer el bien no." (Romanos 7:18) Otro versículo dice: "Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, sino del mundo." (1 Juan 2:16 ) Se dice que los que (aun) no están convertidos al Camino de Cristo "andan conforme a la carne."(2 Pedro 2:10)

Entonces, es evidente que las tentaciones que conducen a los no conversos a pecar se originan en la "carne", en el cuerpo físico con sus sentidos y deseos. Esto no quiere decir que todo lo que el cuerpo desea es malo. Apropiadamente anhelamos tales cosas, como el satisfacer nuestras necesidades biológicas y mentales. Es cuando estos deseos no están equilibrados, y los objetos u objetivos de nuestros deseos son ilicitos o excesivos, que "el pecado está a la puerta."(Génesis 4:7)

Ser perdonado significa que nuestro Padre ya no nos considera culpables de un pecado en particular. Pero, ¿qué es lo que cambia con respecto al origen de ese pecado: la carne? Ni en lo más mínimo.

Pablo nos dice que en la resurrección de los justos y a los vivos en la segunda venida de Cristo, "esto corruptible se hayara vestido de incorrupción, y esto mortal se hayara vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria." (1 Corintios 15:54) Cuando esta experiencia terrenal se termine, de una manera u otra, entonces la carne se transformada, e incluso la tentación se convierte en una cosa del pasado. Pero mientras permancezcamos en este mundo habra tentación, y por lo tanto el potencial a pecar. El perdón, con todo su valor al Evangelio, no es el mecanismo que realmente previene que el pecado se repita.

La Expiación es lo que impide o previene que el pecado se repita en la vida del creyente. El perdón (a pesar de su importancia) no es más que el medio por el cual la expiación se puede lograr.

En el Antiguo Testamento, la palabra traducida como "Expiacion" es el término hebreo kafar, que significa: "Hacer una reconciliación." En el Nuevo Testamento, el termino griego katalage se utiliza para referirse a, "Un intercambio de valores equivalentes" a fin de restaurar algo. En ambos terminos, el significado uniforme consiste en que algo es "arreglado", algo es restaurado o reparado, y en términos del Evangelio, esa restauración consiste en la humanidad restaurada a su previa y apropiada relación con Dios.

Dios ha dicho: "Yo soy Adonai [Yahweh]: este es mi nombre, y mi gloria no la daré a otro" (Isaías 42:8) y sin embargo, Cristo dijo en una oración por sus discípulos: "Y ahora, oh Padre, glorifícame tú contigo mismo, con la gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese."(Juan 17:5) Poco después El dice:"Y la gloria que me diste, yo se las he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amadoa a mi."(Juan 17:22-23)

¡Qué afirmaciones tan increíbles! Pero aunque algunos estan tentados a pensar que hay una contradicción aquí, esos versículos significan exactamente lo que dicen. Nuestro Padre no da su gloria a "otro", pero Cristo ha recibido esa gloria, y Él se la ha dado a Su pueblo. ¿Cómo? Porque atravez de Cristo no somos "otro". Por supuesto, no nos convertimos en Dios ni en sus Hijos unigenitos. Llegamos a ser "como Ellos" en el sentido en que somos "hechos perfectos en unidad" con Ellos a través de Su Espíritu.

Esto es la expiación, y cuando uno es expiado o reconciliado con el Padre y Yahshua (conocido como Jesus),donde Cristo dice de nosotros: "Yo en ellos, y Tú en mí", entonces el pecado -necesariamente - cesara en la vida del creyente.Es la morada o presencia de Cristo en nosotros la que vuelve la siguiente afirmación verdadera, que los verdaderos creyentes nacidos de nuevo en Cristo tienen "Su Simiente morando en éllos, y no pueden pecar."(1 Juan 3:9) El perdón hace esto posible, al permitirnos acercanos al Padre y al Hijo. Pero la expiación nos une a Ellos de tal forma que "no pecamos mas."

2- La Promesa de la Limpidez

Entonces, ¿qué significa limpieza o lavamiento, en relación con nuestra comprensión del perdón, que conduce a la expiación y a los a sus resultados: una vida libre del pecado? Echemos nuevamente un vistazo a nuestro primer versículo: "Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad."(1 Juan 1:9)

Es obvio que la pureza infinita de Dios no puede juntarse o mezclarse con cualquier impureza. Cuando nuestros pecados son perdonados, si los hemos confesado verdaderamente y hemos expresado un arrepentimiento genuino por ellos, (que consiste en un decidido abandono y rechazo al pecado y no sólo de un sentimiento de remordimiento), ENTONCES nuestro Padre Celestial nos limpiara. El hace esto con el fin de que podamos ser expiados o reconciliados a Él, unidos para siempre en Espíritu y (en cierto grado) a la naturaleza divina. Esto no debería sorprendernos tanto pues se nos dice precisamente esto. El aposto Pedro nos dice que nos han sido dadas "grandísimas y preciosas promesas, para que por ellas fuésemos hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia." (2 Pedro 1:4)

Se nos ha dado promesas de limpidez y lavamiento. Se nos ha dado promesas de unidad con el Padre y el Hijo. Se nos ha dado promesas de que esta unidad no sólo es de nombre, para que simplemente podamos "reclamar" parentesco, mas bien, se nos da dado una porcion de la mismisima naturaleza divina, la mismisima cosa que hace que el Padre testifique de que nosotros fuimos formados a Su misma imagen.(Génesis 1:26)

Cuando Juan dice que experimentamos una limpieza, el se refiere a que somos despojados de "toda inmundicia de la carne y del espíritu," (2 Corintios 7:1) y somos traidos a la unidad con nuestro Padre Celestial a través de nuestro Salvador y Redentor. Cuando nuestro Padre permanece en nosotros, y nosotros en Él, a través de nuestra aceptación fiel a Sus promesas, entonces la victoria sobre el pecado es el único resultado concebible. "Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones." (Salmo 103:12) Esta es la limpieza que tiene lugar en la vida del creyente nacido de nuevo, cuando el pecado es confesado - es abandonado para para siempre, y ocurre en nuestras vidas lo que pronto ocurrira en todo el universo: "la aflicción no se levantará por segunda vez" (Nahum 1:9)

3 – Summario

Aunque la mayoría de las Iglesias enseñan que el perdón de Dios es nuestro "tiquete" al cielo, las Escrituras presentan una visión más completa y mas maravillosa del Mensaje del Evangelio.

Aunque el perdón es en realidad una "cuerda de salvamento" que nos es brindada por un Padre infinitamente misericordioso, no es el perdon en sí el que nos lleva a la vida eterna. Cuando somos hechos "uno" con el Padre por medio del Sacrificio y Ministerio del Hijo, cuando somos "uno" con el Padre por medio de un Espíritu común y puro, entonces la muerte no tiene poder sobre nosotros. Estos mortales "se visten de" inmortalidad.

La expiación con el perfectamente puro Creador no puede existir mientras haya algo sucio en la humanidad, porque el pecado y la santidad no pueden coexistir. (1 Corintios 6:15, 10:21, 2 Corintios 6:14) La expiación sólo puede venir cuando somos limpiados "de toda maldad", y como dijo Juan, esto no sucede cuando morimos y resucitamos, ni tampoco cuando seamos transfordos al regreso de Cristo, sino cuando confesamos nuestros pecados.

Cuando un creyente encuentra un pecado en su vida, y lo confiesa, arrepintiéndose de ello y presentandolo ante el Altar del Sacrificio, nuestro Padre no sólo nos perdona ese pecado, sino que también nos transforma, cada vez con mayor perfección, a Su imagen.Ese pecado, que es confesado, no sólamente es perdonado. Es removido de nosotros, removido y apartado a una distancia infinita, y asi "no se levantará por segunda vez."

Este es el verdadero crecimiento cristiano. No es una serie de reincidencias, caidas y exaltaciones. No es de una vida de subidas y bajadas como una montaña rusa. No es una sucesion de picos y valles. Siempre es ascendente y mas ascendente, por el poder del Espiritu del Todopoderoso. Como Pablo expresa el concepto: "Por tanto, nosotros todos, mirando con cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a la misma imagen, de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor." (2 Corintios 3:18 )

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